Posicionados desde una perspectiva situada en la periferia de las tomas de decisión, ajenos a todo lobby jerarquizado, nos acercamos a la honestidad de la danza, convencidos de que la cultura por sí sola -o bien a través de la educación-, es capaz de hacer cambiar algo de lo que nos rodea para conquistar ámbitos de pensamiento y de una actitud crítica, al margen de sistemas ya fosilizados. Paradigmas que reclaman otros relatos que abren un campo de lenguajes y ficciones renovadas. Lo que importa no es tanto la definición de lo que viene, sino la apertura a nuevas posibilidades ignotas que permitan vislumbrar la visión de un devenir inagotable.